Este oficio nuestro de andar y más andar por recovecos geográficos, a veces inimaginables, nos premia a cada rato. Sucede cada vez que nos encontramos con esa nobleza innata de quienes tuvieron el inmenso privilegio de tener como cuna una de esas intrincadas zonas de Cuba, a las que solo se llega poniéndole el extra, y donde, por cierto, a cada paso se encuentra a alguien cargado de talento innato, aderezándolo con su lealtad y sus convicciones agradecidas.